¿Estás seguro de que estás viviendo… o solo funcionando?

¿Estás seguro de que estás viviendo… o solo funcionando? A veces me despierto, miro al espejo y pienso: «¿Quién demonios es este tipo?». Todo parece estar en su sitio — trabajo, familia, planes —, pero por dentro hay un vacío, como si alguien hubiera bajado el volumen y apagado los colores. ¿Te suena? Si es así, esto es para ti.

Por qué nos quemamos mucho antes de tiempo

Biológicamente, la evolución prioriza nuestra supervivencia plena hasta los 40 años aproximadamente. A partir de los 28-30 años, la capacidad de regeneración celular disminuye y entramos en lo que la ciencia llama senescencia: el cuerpo deja de invertir tanta energía en mantenimiento porque, evolutivamente, ya deberíamos haber dejado paso a la siguiente generación. Así funciona la naturaleza: el brote rompe el asfalto, florece, da semillas y se marcha en silencio.

Pero nosotros, gracias a la consciencia, los sueños y la medicina, hemos estirado la esperanza de vida hasta los 80-100 años. Es una victoria increíble, pero también una carga inédita. Vencimos la muerte por infecciones, pero inventamos una nueva: la muerte por falta de sentido y agotamiento emocional. El cuerpo aguanta, pero ¿y la mente?

Las cinco caras del burnout

• Agotamiento por sobrecarga laboral (Karoshi). En Japón existe un término oficial para la muerte por exceso de trabajo: Karoshi. No es una leyenda. Recientemente, el caso de un joven médico residente de 26 años que trabajó más de 200 horas extra en un mes y se quitó la vida sacudió al mundo. Sus pacientes lo veían como un héroe; él confesó antes de partir: «Ya no siento que esta sea mi vida, solo soy una máquina que no se puede apagar».
• Burnout parental. La investigadora Isabelle Roskam ha documentado casos devastadores. Una madre de tres hijos confesó: «Miro a mis hijos y ya no veo a personas queridas, sino una lista interminable de tareas». No gritaba, no pegaba, no huía. Simplemente, su "yo" se había disuelto en la obligación.
• Agotamiento en la pareja. Estudios sobre relaciones de larga duración muestran un fenómeno silencioso: el "divorcio invisible". Más del 40% de las personas en matrimonios largos reportan momentos de vacío emocional absoluto. Una mujer lo resumió con una frase lapidaria: «Ya no nos queremos ni nos odiamos. Solo administramos juntos una empresa llamada "Casa"».
• Sobrecarga informativa. El reconocido periodista Andrew Sullivan abandonó su exitosa carrera digital en 2015 confesando: «Leía tanto que perdí mis propios pensamientos». Se desconectó de la red y, tras un tiempo, escribió algo revelador: «Al fin volví a ser yo».
• Burnout existencial. Es el más terrorífico de todos: tenerlo todo — carrera, estatus, dinero — y no tener ganas ni de morir ni de vivir. Es una indiferencia absoluta ante la propia existencia.

La gran trampa de la conciencia. Los animales no saben guardar rencor ni preocuparse por «qué pensarán de mí». Un gato falla el salto al armario, se da la vuelta y sigue con su vida. El ser humano puede torturarse durante décadas por una frase dicha en tercer grado. Alargamos la vida con la conciencia, pero esa misma conciencia nos mata cuando no sabemos soltar el pasado.

Qué realmente ayuda a no disolverse

Para combatir esto, no necesitas más vacaciones, necesitas más sentido. Aquí tienes estrategias reales:

1. Crea un «álbum del futuro». Casi todos tenemos álbumes del pasado llenos de nostalgia. ¿Cuántos tenemos un álbum del futuro? Diseña fotos mentales nítidas de cómo quieres verte dentro de 5 años: qué harás, con quién reirás, cómo te sentirás al despertar. Cuando la imagen del futuro es nítida, el cerebro deja de resistirse y empieza a buscar los caminos para llegar ahí.
2. Aprende a recibir tanto como das. Si siempre eres el proveedor — en el trabajo, en la familia, con los amigos —, tu cuenta emocional llegará a números rojos. La ley del equilibrio es implacable: permítete recibir ayuda, descanso, alegría y halagos sin sentir culpa.
3. Limita la avalancha de información. ¿Tu mano va sola al móvil? Ya no es un hábito, es un reflejo condicionado. Borra todo lo que genera ansiedad y envidia. Recupera tu derecho a no saberlo todo al instante.
4. Rodéate de «tu gente». Cerca del 70% de nuestros pensamientos inconscientes giran en torno a nuestras relaciones sociales. Una sola persona tóxica puede envenenar todo tu bienestar. Busca obsesivamente a quienes te den ganas de crecer, leer, hablar y vivir.
5. Aprende a disfrutar de lo que ya tienes. Cuando me preguntan: «¿Cuál ha sido el lugar que más te gustó?», siempre respondo: «El que tengo delante ahora mismo». ¿Para qué soñar obsesivamente con el mañana si el hoy ya está pasando y no volverá?

Último pensamiento

El burnout no es pereza, ni debilidad, ni un capricho millenial. Es una crisis interior silenciosa que llega sin avisar cuando hemos traicionado nuestras necesidades básicas durante demasiado tiempo. La personalidad no es una batería que puedes descargar al 0% y volver a enchufar. Es un ser vivo que necesita, al menos, tanto amor y atención como la que le damos al trabajo, a los hijos o a las redes sociales.

Hazlo ahora mismo. Respira hondo. Pregúntate en voz baja: «¿Estoy realmente vivo… o solo funciono muy bien?». Si esa pregunta te asusta, enhorabuena: ese miedo es la señal de que aún estás a tiempo de volver a ti.

• Referencias: Andrew Sullivan (Ensayo "I Used to Be a Human Being", 2016); Isabelle Roskam (Research on Parental Burnout); Fenómeno Karoshi (Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón).