¿Qué revelan los memes sobre nuestra psicología colectiva?
Admitámoslo, a todos nos encantan los memes. Están por todas partes, tejiendo una red invisible que conecta nuestros mensajes privados, la publicidad e incluso la música. Se han convertido en un lenguaje universal, una taquigrafía emocional que nos permite enviar una imagen que encapsula perfectamente cómo nos sentimos, ahorrándonos el esfuerzo de escribir un largo mensaje.
Imaginemos por un momento que, dentro de mil años, unos arqueólogos descubren el tesoro definitivo de nuestra era: un archivo infinito de memes. ¿Qué concluirían sobre nosotros al ver esa colección de gatos, ranas, referencias a películas y personajes entrañables? ¿Nos verían como una civilización extraña, que se comunicaba con códigos que solo los iniciados entendían? ¿O, por el contrario, lo considerarían una crónica invaluable de nuestros principales hitos históricos y sociales? Analicemos cómo estas imágenes han llegado a dominar nuestra comunicación y por qué nos atraen tan profundamente.
Un Origen Más Antiguo de lo que Crees
Aunque parezcan un invento de la era digital, el concepto detrás de los memes es anterior a Internet. La idea de una unidad de información cultural que se autoperpetúa tiene sus raíces a principios del siglo XX. El zoólogo Richard Semon, en su obra de 1904, usó el término mneme para describir la memoria social y la herencia de experiencias adquiridas en los organismos.
Décadas más tarde, el biólogo Richard Dawkins retomó y popularizó una idea similar en su libro El gen egoísta (1976). Basándose en la palabra griega mīmēma («algo imitado»), acuñó el término «meme». Dawkins conectaba esta idea con el antiguo principio filosófico de la mímesis: la imitación del arte a la realidad. Los memes, en esencia, hacen precisamente eso. Para él, si el gen es la unidad de la herencia biológica, el meme es la unidad de la herencia cultural. Un gen codifica el color de ojos o la estatura; un meme codifica una idea, un símbolo o un comportamiento que su creador desea transmitir.
Un precursor claro de los memes modernos apareció en los años cuarenta, cuando en las paredes de Gran Bretaña y otros lugares comenzaron a surgir dibujos de un hombre de nariz larga con la inscripción «Kilroy estuvo aquí». Nadie sabía con certeza quién era Kilroy o qué significaba, pero su ejemplo demostró el gusto humano por replicar y compartir una imagen enigmática.
La Evolución del Folclore Digital
La principal característica de un meme es su capacidad para replicarse y mutar. Esto significa que, primero, sentimos el impulso de compartirlo y, segundo, se transforma en el proceso. Los memes son, en esencia, una nueva forma de folclore digital. Al igual que los cuentos populares o los chistes, a menudo carecen de un autor único y se transmiten de persona a persona, adquiriendo nuevos matices y significados en el camino.
En los inicios de internet, los chistes textuales fueron los primeros en viralizarse. Con el tiempo, la forma evolucionó hacia las imágenes con texto (los famosos image macros) y, finalmente, los vídeos cortos. Pero no solo cambió la forma, también la complejidad. Los memes empezaron a hacer referencia a obras de la cultura global, desde textos filosóficos hasta cómics y canciones populares, y más tarde, a otros memes. Esto ha dado lugar a una especie de "post-ironía", expresiones de múltiples capas que solo pueden descifrarse si se está inmerso en el contexto cultural. Un meme sobre Spider-Man o Kanye West es incomprensible si no se sabe quiénes son.
El Poder de la Conexión: "Esto es tan yo"
Los memes nos provocan emociones intensas porque condensan una enorme cantidad de significado en un formato muy conciso. Una sola imagen puede evocar situaciones cotidianas, escenas de películas queridas y comentarios políticos, todo a la vez. Hace tiempo que dejaron de ser simples imágenes divertidas para convertirse en un nuevo lenguaje de comunicación.
Y como todo lenguaje, crea una comunidad. A menudo, nos sentimos atraídos por un meme que nos hace pensar: «esto es sobre mí, me siento exactamente así». Al ver la cantidad de «me gusta» y comentarios, nos damos cuenta de que no estamos solos; hay una multitud de personas que sienten y piensan como nosotros. Este sentimiento de validación colectiva nos une. En una sociedad a menudo descrita como atomizada y desconectada, la capacidad de los memes para crear lazos es increíblemente valiosa. La conexión que se forma es fuerte porque se basa en un código cultural compartido. Si te gusta un meme, eres bienvenido al club.
Un Código Cultural Compartido
El meme se convierte en un indicador del bagaje cultural de una persona: qué películas ve, a qué juega, dónde están sus límites de lo permisible y qué considera divertido. Así encontramos a las personas de nuestra «burbuja» informativa. También ayuda a fortalecer las relaciones individuales. ¿Acaso no tienes un amigo con el que casi toda la comunicación se basa en el intercambio de memes? Vemos una imagen que creemos que le gustará y se la enviamos. Con este simple acto, demostramos que nos importa, que lo consideramos parte de nuestro círculo y nos preocupamos por mantenerlo al día. Esto fomenta una especie de empatía virtual, la habilidad de intuir los sentimientos del otro, que puede extenderse fácilmente a la vida real.
¿Una Herramienta de Influencia?
Si los memes son una herramienta de influencia social tan potente, es lógico que distintos grupos intenten utilizarlos para difundir sus ideas. Dawkins mismo especuló con que los científicos podrían usar los memes como palancas para controlar la sociedad, creando «virus informativos» para infectar a la gente con las ideas deseadas.
Hoy en día, los memes políticos son increíblemente populares, ya que la ironía y el sarcasmo permiten expresar opiniones que serían más controvertidas si se dijeran directamente. Sin embargo, este enfoque tiene una limitación crucial. Los estudios sobre memes creados artificialmente para promover una idea específica (a veces llamados forced memes) han demostrado que a menudo fracasan. El mensaje se distorsiona enormemente durante su transmisión. Como en el juego infantil del teléfono descompuesto, el mensaje que llega al final de la cadena puede ser radicalmente diferente al original. Por lo tanto, intentar "infectar" a la sociedad con una idea de esta manera es arriesgado e ineficaz.
Al final, un meme no tiene por qué ser gracioso. Puede ser triste, científico o plantear problemas sociales profundos. Lo importante es que nos incite a la comunicación, la creatividad y el debate. Los procesos sociales más relevantes de nuestra época dejan una estela de memes, que se convierten en un reflejo de la realidad. Por ejemplo, la tensión entre el ser humano y el progreso tecnológico se encapsula en la frase «¿qué te parece esto, Elon Musk?», una versión moderna del proverbio «la necesidad agudiza el ingenio».
Los memes ya son una forma de expresión artística por derecho propio. Por eso, aquellos arqueólogos del futuro de los que hablábamos al principio realmente aprenderían mucho sobre nuestra existencia. Porque los memes son creados por gente común que quiere compartir lo que le preocupa, le divierte o le conmueve, construyendo así la crónica más honesta y descentralizada de nuestro tiempo.
Referencias
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Dawkins, R. (2006). The Selfish Gene (30th Anniversary ed.). Oxford University Press.
Este libro fundamental introdujo el concepto de «meme» en el capítulo 11, "Memes: The New Replicators". Dawkins lo define como una unidad de transmisión cultural o imitación que se propaga de cerebro en cerebro, de forma análoga a como los genes se propagan a través de los organismos. Es la fuente original para entender la base teórica del fenómeno. (Ver Capítulo 11, pp. 189-201). -
Blackmore, S. (1999). The Meme Machine. Oxford University Press.
Susan Blackmore expande la teoría de Dawkins, argumentando que los memes son los verdaderos impulsores de la cultura humana y la evolución del cerebro. El libro explora cómo la imitación (el motor de los memes) dio forma a la sociedad, el lenguaje, la religión y hasta nuestra propia conciencia, lo que lo convierte en una lectura clave para la psicología detrás de la viralidad de las ideas. -
Shifman, L. (2014). Memes in Digital Culture. The MIT Press.
Este libro se centra específicamente en los memes de internet. Shifman analiza sus patrones, géneros y la lógica social que impulsa su creación y difusión. Proporciona un marco académico para entender por qué ciertos memes tienen éxito y cómo funcionan como formas de participación política, comentario social y construcción de comunidad en la era digital.