¿Por qué el romance fue inventado para los hombres y no para las mujeres?
Consideremos una idea que puede parecer contradictoria a primera vista: el romance, con todos sus gestos y símbolos, no fue diseñado para las mujeres. Las flores, la caballerosidad, las propuestas de rodillas y la poesía apasionada son, en su origen, herramientas creadas para el beneficio de los hombres. Esta afirmación puede sonar extraña, pero la evidencia se esconde a plena vista, tan integrada en nuestra cultura que se ha vuelto invisible.
El Dilema de los Dos Príncipes
Pensemos en una narrativa que todos conocemos, inmortalizada en incontables canciones y películas. La historia casi siempre presenta a dos hombres compitiendo por el afecto de una mujer. Uno de ellos es un hombre de alto estatus, con poder y riqueza; como diría una popular canción de los 90, tiene "diamantes en los bolsillos". Sin embargo, se le retrata como alguien incapaz de amar de verdad. El otro, a menudo el protagonista, es un hombre sin recursos, sin futuro aparente, pero que posee un corazón puro y entiende lo que significa amar.
Ahora, hagámonos una pregunta elemental: ¿por qué la historia siempre se cuenta de esta manera? ¿Por qué nunca vemos al hombre rico y poderoso que, además, cree en el amor, compitiendo contra el hombre pobre que es un cínico? La respuesta es simple: no habría conflicto. La lucha no sería justa. La mujer, lógicamente, no tendría ninguna razón para dudar en su elección. La historia terminaría antes de empezar porque no habría competencia real.
El Mundo Antes del Romance: Poder y Selección
Para entender el propósito del romance, debemos mirar hacia atrás, a una era anterior a su invención. En la antigüedad o en la Edad Media, la elección de pareja, aunque a menudo no estaba en manos de las mujeres, seguía una lógica brutalmente simple. La competencia era entre el hombre poderoso y el hombre desposeído. Al igual que en nuestro hipotético contraejemplo, esto tampoco era una lucha justa; el primero ganaba casi siempre.
Los hombres con gran estatus y recursos no solo tenían la primera opción sobre las mujeres más deseadas, sino que a menudo acumulaban múltiples parejas. La historia del Rey Salomón, con sus 700 esposas y 300 concubinas, es un ejemplo extremo pero ilustrativo. Por cada Salomón, existían cientos de hombres que veían sus oportunidades reproductivas drásticamente reducidas. ¿Podemos culpar a las mujeres por preferir al rey? Él ofrecía seguridad, recursos, protección y un estatus elevado. Los otros hombres, simplemente, no podían competir en ese terreno.
La Invención de un Arma: El Nacimiento del Amor Romántico
El romance, como lo conocemos, es un fenómeno histórico que tiene un origen claro: el sur de Francia en el siglo XII. Fue inventado por hombres, específicamente por los trovadores y caballeros de la época. Y lo inventaron para ellos mismos, no para las mujeres.
Estos hombres, a menudo de menor estatus que los grandes señores y reyes, necesitaban una forma de competir. El romance se convirtió en su estrategia. Si un hombre no podía ofrecer castillos y ejércitos, tenía que convencer a una mujer de que poseía algo más valioso, algo intangible que el rey no tenía: un amor puro, una devoción incondicional, un "sentimiento en el pecho". El romance es, en esencia, una estrategia de competición adoptada por hombres de menor estatus para nivelar el campo de juego contra hombres de mayor estatus.
Un Juego de Hombres: El Legado del Romance Hoy
Esta es la razón por la que el romance a menudo se asocia con la juventud. La mayoría de los hombres jóvenes carecen de los recursos y el estatus que vienen con la edad y la experiencia, pero su deseo de conectar con mujeres es igual de fuerte. El romance es una solución ingeniosa a este problema: convencer a una mujer atractiva de que un sentimiento intangible es más importante que todos los beneficios materiales que otro hombre podría ofrecer.
Sin embargo, la naturaleza humana ha cambiado poco. Aunque una mujer pueda encontrar "dulces" los gestos del pretendiente pobre y romántico, y quizás juegue con la idea, la tendencia general sigue siendo gravitar hacia el hombre que no solo promete ser un príncipe, sino que realmente puede serlo. Las mujeres, al igual que los hombres, siguen respondiendo a las señales de poder, sabiduría, generosidad y riqueza, los mismos atributos que hacían atractivo a un hombre como Salomón.
La conclusión es profunda y reveladora: el romance fue una herramienta disruptiva, inventada por hombres para darles una oportunidad de competir en un mercado sexual donde, de otro modo, estarían completamente superados. Lejos de ser un simple tributo a la feminidad, es un testamento a la ingeniosa y persistente naturaleza de la competencia masculina.
Referencias
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de Rougemont, Denis. (1983). El amor y Occidente (L'Amour et l'Occident). Editorial Kairós.
Este libro fundamental argumenta que el concepto de amor romántico y pasional no es universal, sino una invención cultural específica. De Rougemont rastrea sus orígenes hasta los mitos cátaros y la poesía de los trovadores en la Francia del siglo XII, postulando que nació como una idea subversiva y a menudo opuesta a la institución del matrimonio. Confirma la idea de que el "romance" es una construcción histórica.
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Buss, David M. (2016). The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating (4ª ed.). Basic Books.
Desde la perspectiva de la psicología evolucionista, Buss presenta datos de estudios masivos realizados en diversas culturas. Su investigación confirma que las mujeres, en promedio, otorgan una mayor prioridad a los recursos, el estatus social y la ambición de un hombre al seleccionar una pareja a largo plazo. Esto fundamenta la premisa de que los hombres con menos recursos necesitaban desarrollar estrategias alternativas (como el romance) para poder competir. Específicamente, los capítulos 2 y 3 detallan las preferencias de pareja femeninas.