¿Son los genios realmente alcohólicos o simplemente saben beber mejor que el resto?

Artículo | Hábitos nocivos

Seguro que has oído el estereotipo: «los genios son alcohólicos». Van Gogh, Hemingway, Esenin… La lista es larga. Pero la ciencia dice exactamente lo contrario. Las personas con un CI alto beben más alcohol que la media; eso es cierto. Sin embargo, rara vez se convierten en dependientes y casi nunca pierden el control absoluto. ¿Cómo es posible?

Spoiler: no es por falta de fuerza de voluntad, sino por cómo funciona un cerebro que se aburre rápido.

Imagina el cerebro como un procesador muy potente. En una persona promedio está al 30-40 % de capacidad: le basta para el trabajo, las series, los vídeos de gatitos y quedar un poco con amigos. Ahora imagina un procesador que siempre va al 80-90 %. Necesita más estímulos o empieza a «colgarse» de puro aburrimiento. Esa sensación la conocen todos los que alguna vez han pensado: «Ya lo entendí todo en 10 minutos y todavía me quedan 7 horas aquí…».

Por eso las personas con alto coeficiente intelectual experimentan más: con el alcohol, con sustancias psicoactivas o con hobbies extremos. Necesitan algo que cambie rápidamente y de forma fiable su estado de conciencia. Pero hay un detalle importante.

Beben «con inteligencia»

Un gran estudio británico (National Child Development Study) siguió a 17.415 personas nacidas en 1958. A los 16 años les midieron el CI y luego, a los 23, 33, 42 y 50 años, les preguntaron sobre alcohol, tabaco, ejercicio y alimentación.

El resultado fue paradójico:

  • Cuanto más alto el CI, más frecuentemente bebe la persona (más días y más gramos de alcohol puro por semana).
  • Pero cuanto más alto el CI, menor es la probabilidad de consumo problemático y de dependencia alcohólica destructiva.

Los autores del estudio —Christina Wraw, G. David Batty, Catharine R. Gale e Ian J. Deary (este último, uno de los investigadores más reconocidos del mundo en inteligencia)— lo explican mediante la capacidad de previsión. Las personas con CI alto planifican mejor, anticipan consecuencias y controlan los impulsos a largo plazo. Es decir, pueden permitirse una o dos copas de buen vino todas las noches porque saben: «No voy a cruzar la línea». En cambio, una persona con CI más bajo tiende a beber de forma episódica, pero hasta perder completamente el control, bajo la premisa de «si ya empecé, hasta el final».

La paradoja de la inteligencia y el autocontrol

En psicología existe el término novelty seeking: búsqueda de novedad. Este rasgo es notablemente más alto en personas inteligentes. Necesitan sabores nuevos, emociones nuevas, estados mentales nuevos. El alcohol (sobre todo el de calidad) es una forma rápida y socialmente aceptada de obtener esa novedad sin mucho esfuerzo.

Pero aquí está la clave: al mismo tiempo tienen una corteza prefrontal más desarrollada, la parte del cerebro encargada de poner los «frenos». Por eso tienen la capacidad de decirse «basta» en el momento justo, cuando otros ya no pueden detenerse.

Datos curiosos que confirman la regla

La relación entre inteligencia y alteración de la conciencia se ve reflejada en otros datos fascinantes:

  • Las personas con un CI por encima de 130 tienen 2 o 3 veces más probabilidades de haber probado alguna vez sustancias ilegales (según estudios de Lyubomirsky y otros).
  • Entre científicos y matemáticos se observa una curiosa dicotomía: es más frecuente el diagnóstico de espectro autista y, al mismo tiempo, el mayor porcentaje de abstemios totales O el mayor porcentaje de quienes beben todos los días, pero dosis controladas (50-100 ml de destilado como whisky o coñac).
  • En Silicon Valley, el microdosing de LSD y la copa diaria después del trabajo son casi la norma cultural. Y no es casualidad: buscan eficiencia y desconexión controlada.

Entonces, ¿qué pasa al final?

La conclusión es que la inteligencia no protege del consumo de alcohol, solo cambia el estilo de hacerlo.

Una persona inteligente probablemente dirá: «Me tomo una botella de burdeos a la semana, una copa con la cena», y para ella será funcional y normal. Una persona que no está acostumbrada a pensar a largo plazo dirá: «¡Es viernes, vamos hasta el amanecer!» y despertará con resaca y vergüenza.

Por eso, la próxima vez que veas a alguien con alto CI sentado con una copa de vino reflexionando sobre el sentido de la vida, no asumas que es el comienzo del alcoholismo. Es simplemente un cerebro potente que encontró su forma de no morirse de aburrimiento.

Fuente:

  • Wraw, C., Der, G., Gale, C. R., & Deary, I. J. (2018). Intelligence in youth and health behaviours in middle age. Intelligence, 69, 71–86. doi:10.1016/j.intell.2018.04.005

Si tú también conoces esa sensación de que «todo es demasiado predecible», cuéntame en los comentarios cómo lidias con ella. Sin juicios, solo curiosidad.