El número mágico que salva matrimonios: por qué el 5:1 funciona mejor que cualquier técnica

Artículo | Relación hombre y mujer

¿Alguna vez te has dado cuenta de que en algunas parejas una pelea termina en risas a los 10 minutos, mientras que en otras se convierte en un rencor que dura años?

Durante mucho tiempo, los expertos creyeron que la diferencia residía en «cómo» se resolvían los conflictos: quién escuchaba mejor, quién no interrumpía o quién usaba los famosos «mensajes en primera persona». Sin embargo, resulta que todo eso es secundario. Lo importante no es lo que dices, sino en qué proporción lo haces.

El laboratorio del amor y la predicción del divorcio

En los años 70, el psicólogo John Gottman y su equipo empezaron a invitar a parejas normales a un laboratorio que bromeaban con llamar «el apartamento del amor». El lugar estaba equipado con cámaras, sensores de excitación fisiológica y micrófonos. A las parejas les daban una sola tarea: tomar un problema real (dinero, sexo, suegros, calcetines sucios, lo que fuera) e intentar resolverlo en 15 minutos.

Después, los investigadores simplemente se sentaban a analizar las grabaciones. Miles de horas de vídeo. Nueve años más tarde contactaban a esas mismas parejas: «¿Cómo están? ¿Siguen juntos?»

El resultado dejó boquiabiertos incluso a los propios científicos: aprendieron a predecir el divorcio con más del 90 % de precisión. No lo hacían basándose en la gravedad de los problemas (todos tenían problemas graves), sino por un solo número: la proporción entre interacciones positivas y negativas durante el conflicto.

La proporción mágica: 5 a 1

En las parejas felices, esa proporción era aproximadamente de 5:1.

Por cada «tú nunca…», «tú siempre…», desprecio, defensa, silencio de piedra o mirada de superioridad, había al menos cinco momentos positivos: una risa, un toque, un cumplido, comprensión, un gesto de asentimiento, una broma, un «te estoy escuchando», una mirada cálida o un simple «ven, abracémonos».

En cambio, en las parejas infelices la proporción caía por debajo de 1:1. A veces incluso llegaba a 0,8:1. Es decir, había más negatividad que positividad.

No es solo estadística, es fisiología

Cuando recibimos crítica o desprecio, el cortisol y la adrenalina suben en segundos: el cuerpo entra en modo «lucha o huida». El corazón late más rápido, los vasos sanguíneos se contraen y el cerebro literalmente deja de escuchar razones. En ese estado, ningún argumento lógico funciona.

Pero si en ese mismo instante aparece una sola interacción cálida —un toque en la mano, una sonrisa, un «te amo aunque ahora me estés sacando de quicio»—, el nivel de estrés baja casi al instante. El cuerpo entiende el mensaje: no hay peligro, puedo relajarme, puedo escuchar.

Se necesitan cinco interacciones positivas precisamente para contrarrestar el efecto fisiológico de una sola negativa. Es como tener que beber cinco tragos de agua limpia para limpiarte el gusto después de una sola cucharada de sal.

El reservorio afectivo y la reparación

Gottman denomina a esto la Cuenta Bancaria Emocional o «reservorio afectivo positivo». Imagina un cántaro grande. Cada broma, cada abrazo en la cocina, cada «qué guapo estás hoy», cada película vista juntos es una gota en ese cántaro. Cuando llega la pelea, lo negativo saca una cucharada entera. Si el cántaro está lleno, una cucharada no es mortal. Si está vacío, una sola cucharada y todo se derrumba.

Lo más curioso es que la proporción 5:1 no funciona solo en el matrimonio. Se ha observado también en equipos de trabajo exitosos (donde es incluso más alta: 5,6:1), en relaciones entre padres y adolescentes, y en amistades profundas. Aplica a cualquier vínculo donde haya cercanía y conflicto simultáneamente.

Hay un detalle crucial: durante las peleas fuertes, incluso las parejas felices bajan temporalmente a 0,8:1 (sí, también gritan y se dicen cosas). Pero luego «reparan» rápido. Una disculpa, una broma, un abrazo, un té juntos. Y vuelven a subir el marcador a 5:1 o más. Esto se llama «intentos de reparación». En las parejas que terminan mal, o no hacen esos intentos, o los rechazan («déjame con tus abrazos ahora»).

Los comportamientos que predicen la ruptura

Existen cuatro actitudes que prácticamente garantizan el divorcio si se vuelven crónicas. Gottman los bautizó como «los Cuatro Jinetes del Apocalipsis»:

  • Crítica a la personalidad: No decir «otra vez olvidaste sacar la basura», sino «siempre eres un irresponsable».
  • Desprecio: Mirada de superioridad, sarcasmo, «uy, qué listo eres». Este es el predictor más fiable de divorcio.
  • Actitud defensiva: Responder con un «no soy yo, eres tú la que…» ante una queja.
  • Muro de piedra: Cuando uno se cierra emocionalmente, ignora al otro y se retira de la interacción.

El desprecio es especialmente letal. En el laboratorio medían hasta la expresión facial: si durante la discusión aparecía aunque fuera una vez el típico gesto de levantar la comisura de la boca solo de un lado (la famosa «sonrisa de desprecio»), las probabilidades de ruptura se disparaban.

Cómo entrenar la proporción 5:1

La mejor noticia es que esta dinámica se puede entrenar. John Gottman y su esposa Julie diseñaron ejercicios sencillos para aumentar el nivel de positividad, incluso en parejas que están al borde del abismo:

  • El beso de 6 segundos: Cada noche, un beso que dure al menos 6 segundos. No un pico rápido, sino un contacto real que genere oxitocina.
  • Agradecimiento diario: Encontrar cada día una cosa por la que estás agradecido con tu pareja y decírsela en voz alta.
  • Responder a las «ofertas de conexión»: Si ella dice «mira qué nube más bonita», responder con interés («¡guau, parece un dragón!») en vez de ignorarla o dar un «ajá» seco.
  • Citas semanales: Una vez por semana, tener una cita como en los primeros meses de relación.

Y lo más importante: el positivismo hay que darlo precisamente durante el conflicto, no solo en los momentos tranquilos. Incluso en medio de la bronca puedes decir: «Estoy enfadado ahora mismo, pero sigues siendo mi persona favorita del mundo». Eso lo cambia todo.

Así que la próxima vez que quieras soltar un «nunca me escuchas», prueba primero decir cinco veces algo cálido. Aunque sea: «Siento que no me escuchas… pero te quiero igual, vamos a solucionarlo».

Quizás esas cinco gotas sean justo las que salven tu cántaro. Porque el amor no es la ausencia de conflictos. Es tener cinco veces más positividad que negatividad, incluso cuando os estáis gritando.

Fuentes

  • Gottman, J. M. (1994). Why Marriages Succeed or Fail: And How You Can Make Yours Last. Simon & Schuster.
  • Gottman, J. M., & Silver, N. (1999). The Seven Principles for Making Marriage Work. Harmony Books (Edición actualizada 2015).
  • Gottman, J. M., & Levenson, R. W. (1992). Marital processes predictive of later dissolution: Behavior, physiology, and health. Journal of Personality and Social Psychology, 63(2), 221–233.