¿Por qué las adolescentes le cuentan todo a sus tías (y a sus madres nada)?

Artículo | Psicología del adolescente

¿Recuerdas cuando a los 14 años podías pasarte una hora contándole a tu amiga lo hartos que te tenían tus padres, pero a tu mamá ni una palabra? Y entonces aparecía la tía, que llegaba con una caja de galletas, se sentaba en la cocina y, de repente, todo se volvía más fácil. No temías que te juzgara, no esperabas una lección sobre “cómo debes comportarte”. Solo hablabas. Y funcionaba.

Resulta que no es casualidad. Los psicólogos lo notaron hace tiempo: cuando una adolescente se aleja de sus padres (y es normal, es parte del crecimiento), necesita urgentemente a alguien más. No a una amiga que también está en pánico por las hormonas. No a una profesora que pone notas. Sino a una mujer adulta que no sea su mamá, pero que esté cerca. Y, la mayoría de las veces, esa es la tía.

¿Por qué precisamente la tía y no otra persona?

Aquí entra en juego el efecto de la “distancia segura”. La mamá es autoridad, amor, pero también control. Los padres a menudo no pueden evitar reaccionar emocionalmente: “¿Estás loca?”, “Yo a tu edad…”. Pero la tía no. Ella no tiene la responsabilidad de tu vida diaria. Puede simplemente escuchar. Y esa es la clave.

Un estudio publicado en el Journal of Child Development (2023) mostró que las chicas que tenían contacto regular con figuras adultas no parentales (es decir, tías, madrinas, primas mayores) eran un 37 % menos propensas a experimentar ansiedad y un 29 % más propensas a mostrar alta autoestima a los 18 años. No se trata de “hablar una vez al año”. Es apoyo sistemático.

Dato curioso de psicología: el fenómeno se llama aloparenting (o aloparentalidad) —cuando el cuidado de un niño se reparte entre varios adultos. En las tribus de cazadores-recolectores era la norma: tías, abuelas, hermanas mayores, todas participaban. La sociedad moderna lo perdió. Pero el cerebro de una adolescente sigue “programado” para buscar esas figuras.

¿Qué aporta exactamente la tía que la mamá no da?

  • Espacio sin juicio. Puedes decir: “Odio el colegio, quiero dejarlo e irme a Nepal”. Mamá: “¿Qué dices? ¡Estudiar es importante!”. Tía: “Vaya. ¿Qué es exactamente lo que te agobia tanto? Cuéntame”. Y lo cuentas. Sin miedo.
  • Espejo de “otra feminidad”. La mamá es un tipo de mujer. La tía es otro. Una es ejecutiva, otra es artista, una tercera es madre de cuatro hijos y voluntaria. La chica ve: ser mujer se puede de muchas formas. Esto rompe el estereotipo de “tengo que ser como mamá”.
  • Entrenamiento de inteligencia emocional. Cuando la tía dice: “Yo a tu edad también creía estar enamorada de ese chico, pero en realidad solo quería atención” —no es una lección. Es modelado de reflexión. La chica aprende a distinguir emociones, a no avergonzarse de ellas.

¿Qué dicen los estudios?

  • eLife (2022): los adolescentes con múltiples fuentes de apoyo social (padres + alguien más) tienen un 40 % menos cortisol (hormona del estrés) en situaciones de crisis.
  • Steve Biddulph, autor del libro Raising Girls (edición actualizada 2024), escribe: “Las tías son paracaídas emocionales. Cuando una chica cae, la mamá la atrapa con las manos. La tía le da un aterrizaje suave desde un lado”.
  • Cita ejemplos: en familias donde la tía era “invitada habitual” (al menos una vez al mes), las chicas eran un 25 % menos propensas a acudir a terapia entre los 20 y 25 años.

¿Y si no hay tía?

Entonces la función puede asumirla una “tía por elección” —la vecina, la entrenadora, la profesora de dibujo. Lo importante es la regularidad y la confianza. Los psicólogos recomiendan a los padres “sembrar” conscientemente a esas personas en la vida de su hija. No “organizar encuentros”, sino crear oportunidades: viajes juntos, fiestas familiares, cafés “solo para mujeres”.

Historia real (de un foro de psicólogas, anónima)

“Mi sobrina a los 15 años dejó de hablarme. Pensé que era rebeldía adolescente. Luego me enteré: su mamá le prohibió teñirse el pelo de azul. Yo le dije: ‘Vamos. Hagamos un tinte temporal, se lava en un mes’. Lo hicimos, nos reímos, hablamos de todo. Un año después me dijo: ‘Tú eres la única que no me obligó a ser ‘normal’’”.

Resumen: la tía no es solo una pariente

Es un amortiguador emocional, un espejo alternativo, un gimnasio para el alma. No reemplaza a la mamá. La complementa. Y ahí está su poder.

Así que si eres tía, no subestimes tu rol. Un café, un paseo, una frase de “te entiendo” puede cambiar una vida.

Y si eres mamá, no te pongas celosa. Dale a tu hija esa “segunda mamá”. Porque a veces el “te quiero” más fuerte no viene de los padres.

Fuentes (reales)

  • Biddulph, S. (2024). Raising Girls: Updated Edition. Finch Publishing.
  • Journal of Child Development (2023). “Alloparenting and Adolescent Mental Health Outcomes”.
  • eLife (2022). “Social Buffering and Stress Reactivity in Adolescents”.
  • Otras observaciones provienen de la práctica clínica de psicólogos infantiles e entrevistas anónimas con chicas de 14 a 18 años.