¿Por qué el sexo es el "salario" que un hombre necesita en una relación para no "renunciar"?

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En el complejo universo de las relaciones humanas, cada vínculo tiene su propia jerarquía de prioridades. Hombres y mujeres, si bien comparten muchos anhelos, a menudo ponderan de forma distinta la importancia de cada elemento. Para muchas mujeres, la conexión emocional, el apoyo y la seguridad pueden ocupar los primeros puestos. Para los hombres, aunque todo eso es igualmente deseado, la intimidad sexual con frecuencia adquiere un peso fundamental, una centralidad que puede ser difícil de comprender.

Este artículo busca ofrecer una perspectiva para entender por qué el sexo es tan vital en la psique masculina dentro de una relación, utilizando una analogía del mundo profesional. Aunque pueda sonar frío, lo que funciona en la lógica de los negocios a menudo revela verdades sorprendentes sobre la dinámica de las relaciones personales.

La Esencia de una Relación Profesional

Pensemos por un momento: ¿qué distingue a una relación profesional de cualquier otra relación en nuestra vida? ¿Cuál es el único elemento sin el cual, a pesar de la pasión, el compañerismo o el propósito, la relación laboral simplemente deja de existir?

La respuesta es la remuneración. Un trabajo, en su forma más básica, es una relación a cambio de dinero. Para la inmensa mayoría de las personas, es el único contexto en el que reciben un pago por su tiempo y esfuerzo. Es su característica definitoria. Por lo tanto, es lógico y natural que al evaluar una oportunidad laboral, los aspectos financieros sean una prioridad. Claro que uno puede desear un trabajo apasionante o con un profundo sentido de propósito, pero la pasión y el significado se pueden encontrar en otros ámbitos de la vida: en aficiones, en el voluntariado, en la familia. El sustento económico, sin embargo, depende casi exclusivamente de esa relación profesional.

El Paralelismo en la Relación Romántica

Ahora, apliquemos esa misma lógica al ámbito del amor. ¿Qué distingue a una relación romántica de todas las demás que tenemos? ¿Cuál es ese elemento único sin el cual el vínculo, aunque lleno de cariño, apoyo y amistad, no se define como romántico?

Ese elemento es el sexo. Una relación romántica es, en esencia, nuestra relación sexual. Para la gran mayoría, y ciertamente en una relación monógama, es el único vínculo donde la expresión sexual tiene lugar. Es la característica definitoria que la diferencia de la amistad, de la familia y de cualquier otra conexión.

Por lo tanto, tiene perfecto sentido que los elementos sexuales sean una prioridad al considerar y mantener una relación de pareja: ¿existe atracción?, ¿hay química?, ¿con qué frecuencia compartimos la intimidad?, ¿cómo es esa intimidad? Por supuesto que se desea una pareja que ofrezca comprensión y apoyo emocional, pero la comprensión puede venir de un buen amigo y el apoyo de un familiar cercano. En cambio, en un compromiso exclusivo, la pareja se convierte en la fuente única y designada para esa forma de intimidad. Darle prioridad no es superficial, es reconocer su papel fundacional.

Más Allá de una Visión Transaccional

La reacción natural a esta perspectiva suele ser de rechazo: "Eso suena muy mercenario, como si lo único que importara fuera el sexo". Pero esa es una simplificación. No se trata de afirmar que sea lo único que importa, sino de reconocer que es el pilar distintivo en este contexto específico.

A nadie le importan las demás razones por las que vas a trabajar —la pasión, la misión de la empresa, los buenos compañeros— si de repente dejas de recibir tu sueldo. Es casi seguro que no seguirías presentándote con el mismo entusiasmo, ni probablemente lo harías gratis. De la misma manera, si la intimidad física en una relación se agota por completo, es muy probable que el hombre, con el tiempo, deje de "presentarse" emocional y físicamente a la relación, especialmente si no existen otros compromisos formales.

Comprender esta dinámica no busca reducir el amor a un intercambio, sino iluminar una de sus bases fundamentales desde una perspectiva masculina. Reconocer su importancia es el primer paso para protegerlo y cultivarlo como lo que es: el corazón que distingue a la relación de pareja de todas las demás.

Referencias y Bibliografía

  • Buss, D. M. (2016). The Evolution of Desire: Strategies of Human Mating (Revised and updated edition). Basic Books.

    Este libro fundamental de la psicología evolutiva explora las raíces biológicas de las estrategias de apareamiento humanas. Explica cómo, a lo largo de la evolución, los hombres han desarrollado una fuerte prioridad por la exclusividad y la frecuencia sexual como un indicador clave de la fidelidad y el valor de la pareja. El trabajo de Buss sustenta la idea de que la importancia del sexo para los hombres en una relación no es una preferencia superficial, sino un mecanismo psicológico profundo. (Especialmente relevante en los capítulos 2 y 5).

  • Perel, E. (2006). Mating in Captivity: Unlocking Erotic Intelligence. Harper.

    La psicoterapeuta Esther Perel analiza la paradoja entre la necesidad de seguridad (intimidad, confianza) y la necesidad de libertad (deseo, erotismo) en las relaciones a largo plazo. Su obra argumenta que el deseo sexual no es un subproducto automático del amor, sino un elemento que debe ser activamente cultivado. Confirma la idea de que cuando el aspecto sexual se descuida, una parte vital de la conexión de pareja se atrofia, afectando la salud general de la relación.

  • McNulty, J. K., Wenner, C. A., & Fisher, T. D. (2016). Sex Matters: The Perceptual and Behavioral Effects of Sexual Frequency and Satisfaction in Young-Married Couples. Archives of Sexual Behavior, 45(4), 835–848.

    Este estudio académico proporciona evidencia empírica que respalda la tesis central. Los investigadores encontraron que tanto la frecuencia como la satisfacción sexual son predictores significativos de la satisfacción general en la relación, especialmente en las primeras etapas del matrimonio. El estudio demuestra cuantitativamente que la vida sexual no es un componente secundario, sino que está directamente correlacionado con la percepción de bienestar y estabilidad dentro de la pareja.