¿Por qué estar cerca de gente positiva a veces te hace sentir peor?

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Vivimos con una creencia profundamente arraigada: si nos rodeamos de personas, lugares o cosas con «buenas vibraciones», inevitablemente nos sentiremos mejor. Buscamos esa energía positiva como una cura para nuestros males, asumiendo que su simple presencia nos elevará. Sin embargo, la experiencia humana es mucho más compleja y, en ocasiones, paradójica. A veces, estar en presencia de una intensa positividad no solo no nos ayuda, sino que nos hace sentir peor. Este fenómeno no es una anomalía; es una reacción psicológica y energética con profundas raíces en nuestro ser.

Antes de explorar el porqué, es útil entender a qué nos referimos con «vibración». En un sentido amplio, todo en el universo es energía en constante movimiento. Esta energía vibrante transmite información. La cualidad de esa energía —su frecuencia y amplitud— define su naturaleza. Cuando hablamos de una «vibración alta» en una persona o un objeto, nos referimos a cualidades inherentemente positivas como el amor, la compasión, la seguridad o la claridad.

El universo funciona bajo principios de resonancia, similares a la ley de la atracción. Las energías tienden a sincronizarse. Por lo general, una frecuencia menos dominante se ajustará para coincidir con la más dominante, y las frecuencias más altas suelen ser las dominantes. Teóricamente, si te sientes mal y te acercas a una fuente de alta vibración, tu propia energía debería elevarse para coincidir. Pero si esto fuera siempre así de simple, el sufrimiento sería fácil de erradicar. La realidad es que varios factores internos pueden convertir esta experiencia en algo doloroso.

La Resistencia Interna: Cuando una Parte de Ti Lucha Contra el Bienestar

La resistencia es cualquier fuerza que se opone a un cambio. Cuando la energía positiva del exterior comienza a influir en nosotros, cualquier parte nuestra que esté en conflicto con ese estado superior se activará en señal de protesta. Quizás te preguntes: si es un estado mejor, ¿por qué habría resistencia?

Imagina que en tu historia personal, expresar poder o confianza fue recibido con desaprobación o castigo. Has aprendido a asociar esa cualidad con un resultado negativo. Ahora, como adulto, pasas tiempo con alguien que irradia una confianza natural y poderosa. En lugar de sentirte inspirado, puedes experimentar una profunda incomodidad, ansiedad o incluso rechazo hacia esa persona. Tu sistema interno, condicionado por el pasado, registra esa «alta vibración» de confianza como una amenaza, y la parte de ti que teme al poder personal entra en un estado de resistencia activa. El malestar que sientes no es por la otra persona, sino por el eco de una vieja herida que su luz ha tocado.

El Proceso de Purga: Liberar para Sanar

Para que nuestra energía se sincronice con una frecuencia más alta, primero debe soltar el peso que la mantiene baja. Este es un proceso de liberación, una especie de desintoxicación emocional y psicológica. Las influencias de alta vibración pueden actuar como un catalizador que empuja a la superficie todo lo que ya no nos sirve, y este proceso rara vez es agradable.

Por ejemplo, si has pasado mucho tiempo normalizando el miedo en tus interacciones sociales, entrar en una relación genuinamente amorosa y segura puede ser desconcertante. De repente, ya no estás desensibilizado a ese miedo. La seguridad del presente hace que el miedo del pasado se sienta más agudo y real. Todo el dolor acumulado por experiencias de abandono o traición, que habías reprimido para poder funcionar, puede emerger de golpe, no porque la nueva situación sea mala, sino precisamente porque es lo suficientemente segura como para permitir que esas viejas heridas finalmente salgan a la luz para ser atendidas.

El Espejo Doloroso: El Contraste que Nos Recuerda lo que Nos Falta

A veces, la energía positiva de los demás actúa como un espejo implacable que nos muestra no solo lo que podríamos ser, sino también todo lo que sentimos que no somos. Estar cerca de alguien que está en un momento vital radiante cuando nosotros estamos luchando puede intensificar nuestro propio dolor.

Muchos hemos experimentado esto al encontrarnos con un amigo que desborda felicidad mientras nosotros nos sentimos estancados. Esa alegría ajena actúa como un foco que ilumina con dureza nuestra propia insatisfacción, generando pensamientos comparativos: «¿Por qué ellos tienen eso y yo no?». Esta comparación nos hunde más en la autocompasión y el sentimiento de carencia. El contraste entre su vibración y la nuestra agudiza el dolor de nuestra situación actual, haciéndonos sentir aún más solos o fracasados.

La Sanación No Siempre es Placentera: Afrontar la Verdad para Crecer

La exposición a algo con una vibración elevada a menudo induce un proceso de sanación, y la verdadera sanación no es simplemente un alivio del dolor. Sanar es transformar un patrón no deseado en uno deseado, y este camino a menudo requiere atravesar terrenos dolorosos.

Imaginemos a una persona que se da cuenta de que ha estado viviendo una vida inauténtica. Esta revelación puede ser desencadenada al pasar tiempo con alguien que vive con una autenticidad radical y que, además, la fomenta en los demás. El proceso de sanación hacia la propia autenticidad no se sentirá bien al principio. Primero, implicará confrontar todos los aspectos falsos de uno mismo. Segundo, requerirá la voluntad de afrontar conflictos que antes se evitaban, posiblemente terminando relaciones construidas sobre cimientos inauténticos y enfrentando el dolor causado a otros.

Este proceso puede sentirse como un desmoronamiento, pero no significa que sea negativo. Es el camino necesario para construir una vida que, al final, se sienta genuinamente bien.

Debemos aprender a diferenciar entre lo que se siente bien y lo que es bueno para nosotros. Que algo te haga sentir mal no significa que sea perjudicial, así como que algo te haga sentir bien no garantiza que sea beneficioso. El ejercicio puede ser incómodo, pero es saludable. Las drogas pueden ofrecer un placer momentáneo, pero son destructivas.

Cuando la proximidad a la luz te hace sentir mal, no es una señal para retroceder hacia la oscuridad. Es una indicación de que algo doloroso dentro de ti ha sido tocado y ahora pide tu atención. Aumentar tu frecuencia puede tener efectos secundarios, y puede hacerte sentir peor antes de sentirte mejor. Pero este camino, aunque no siempre sea de rosas, es el único que conduce a una sanación y un bienestar auténticos y duraderos.

Referencias

  • Festinger, L. (1954). A Theory of Social Comparison Processes. Human Relations, 7(2), 117–140.
    Esta publicación fundamental introduce la Teoría de la Comparación Social. Explica cómo los seres humanos evalúan sus propias opiniones y habilidades comparándose con los demás. Esto fundamenta la idea de que compararnos con alguien que percibimos como «mejor» (con una vibración más alta) puede disminuir nuestra autoestima y hacernos sentir peor, como se describe en la sección sobre "El Espejo Doloroso".
  • Festinger, L. (1957). A Theory of Cognitive Dissonance. Stanford University Press.
    Este libro desarrolla el concepto de disonancia cognitiva, el malestar mental que se experimenta al mantener dos o más creencias, ideas o valores contradictorios. Esta teoría respalda directamente la sección sobre "La Resistencia Interna", donde una influencia externa positiva choca con una creencia interna negativa ("no merezco sentirme bien"), generando un conflicto doloroso que se manifiesta como malestar.
  • Yalom, I. D. (1980). Existential Psychotherapy. Basic Books.
    Yalom explora cómo la confrontación con las "realidades últimas" de la existencia (como la libertad, el aislamiento y la falta de sentido) es un proceso esencial para una vida auténtica y la sanación psicológica. Su trabajo apoya la idea de que la verdadera sanación, a menudo desencadenada por catalizadores externos, implica un enfrentamiento con verdades dolorosas sobre uno mismo y la propia vida, en lugar de una simple búsqueda de alivio, lo cual se alinea con la sección "La Sanación No Siempre es Placentera".