¿Por qué el dolor que eliges define tu felicidad más que la alegría que buscas?

Blog | Trauma

Existe una creencia extendida, casi un mito moderno, que se abre paso en nuestra conciencia colectiva: la idea de que si encuentras tu propósito, si haces lo correcto y sigues tu alegría, la vida se convertirá en una experiencia perpetuamente agradable. Nos aferramos a la noción de que el camino correcto está libre de malestar.

Pero esta no es la verdad fundamental de la existencia. En nuestra realidad, cada elemento posee una dualidad inherente; toda luz proyecta una sombra. Cada experiencia positiva lleva consigo un contrapeso negativo. La gente anhela sentirse bien, busca la felicidad como un destino final. Sin embargo, lo que realmente anhelamos, en un nivel más profundo, es la capacidad de atravesar experiencias, de resolverlas y sentirnos fortalecidos, en lugar de resignarnos a una impotencia pasiva. Superar esa sensación de indefensión es una de las grandes tareas de la humanidad.

Hoy te invito a considerar la vida desde una perspectiva diferente. Para descubrir tu alegría más profunda, tu propósito más auténtico y, por ende, el camino correcto para ti, no debes preguntarte qué te hace sentir bien. La pregunta verdaderamente reveladora es otra: ¿A qué dolor estás dispuesto a decir SÍ?

La Realidad de la Doble Cara

Aunque gran parte de mi enfoque se centra en trascender el sufrimiento, es crucial entender su naturaleza. Pensemos en ello: cada aspiración tiene un coste inherente.

  • El reconocimiento público conlleva la desconfianza sobre las intenciones de los demás, el riesgo de ser tratado como un objeto y la exposición a la crítica destructiva.
  • El camino del emprendimiento implica la incertidumbre de un salario inestable, la ausencia de beneficios, una menor seguridad y la necesidad de trabajar con una intensidad que pocos comprenden.
  • Ser un atleta de élite exige un sacrificio físico extremo —sangre, sudor y lágrimas— y la renuncia a momentos vitales importantes, como la boda de un ser querido, por coincidir con una competición.

Cada cumbre anhelada proyecta una sombra inevitable. La clave no es buscar una vida sin sombras, sino elegir una luz tan brillante que estemos dispuestos a aceptar la sombra que crea.

El Abismo entre el Deseo y la Disposición

Si reuniéramos a un grupo de personas y les preguntáramos por sus deseos, las respuestas serían predeciblemente similares: riqueza, relaciones significativas, una buena condición física, ser el número uno en su campo. Sin embargo, la cruda realidad es que solo una pequeña fracción de ellos estaría genuinamente dispuesta a aceptar los inconvenientes que esas metas conllevan.

Todos quieren la recompensa financiera, pero pocos dirán «sí» al riesgo constante, a la semana laboral de 60 horas, a la gratificación aplazada que exige el ahorro y la inversión, o a la presión extrema de la competencia. Muchos anhelan una conexión profunda en pareja, pero quizás solo uno diría «sí» a la valentía de revisar su propio pasado doloroso, a tener conversaciones difíciles y a abrirse a la vulnerabilidad una y otra vez, incluso después de haber sido herido.

Lo positivo que buscamos nace del barro de todo aquello que la mayoría intenta evitar. El dolor al que dices «sí» y la lucha que abrazas voluntariamente definen el calibre de tu éxito y de tu vida.

Amar el Resultado, no el Proceso

A menudo, cuando alguien afirma desear algo con todas sus fuerzas pero nunca parece acercarse a ello, la verdad subyacente es una de tres: o no lo desea realmente, o está enamorado de una fantasía idealizada, no de la realidad de esa meta, o simplemente no está dispuesto a aceptar el peaje que implica.

Consideremos el arquetipo de la aspirante a artista. Soñaba con el resultado: los flashes de las cámaras, las alfombras rojas, los cheques millonarios, la sensación de ser importante. Pero detestaba el proceso: las interminables esperas en las audiciones, la vergüenza del rechazo, el trabajo agotador de los ensayos y la competitividad feroz del entorno. Nunca dijo «sí» al proceso en su totalidad. Evitaba las audiciones difíciles, no se entregaba por completo al arte de la actuación y rehuía el aspecto comercial de promocionarse.

No es que se rindiera o que no tuviera talento. Es que, en el fondo, no lo deseaba lo suficiente. No lo quería tanto como para decir «sí» al dolor y la lucha que el proceso exigía. Su subconsciente había decidido que el coste superaba al beneficio.

Tu Lucha Elegida Define Tu Vida

Estás aquí por una razón específica, y tu felicidad está intrínsecamente ligada a tu propósito. Por lo tanto, tu propósito se te revelará a través de aquello que te importa tanto que estás dispuesto a aceptar las dificultades que conlleva.

Quizás aún no sepas qué es. Pregúntate: ¿Por qué estoy dispuesto a luchar? ¿Por qué dolor estoy dispuesto a pasar? Si supieras que la vida no es solo rosas, sino también espinas, y tuvieras que elegir tus espinas, ¿cuáles serían? ¿A qué te comprometes de tal manera que ni el fracaso, ni siquiera la muerte, podrían disuadirte de seguir adelante?

La calidad de tu experiencia vital depende de tu respuesta. Depende de que determines qué valores te importan tanto que estás dispuesto a luchar por ellos. La respuesta a esta pregunta ofrece el retrato más fiel de cómo será la vida de una persona.

Por eso, aunque pueda sonar paradójico, un elemento clave para una vida plena y exitosa es tener clara la respuesta a esta pregunta: «¿Cómo elijo sufrir en esta vida?».

Referencias

  • Frankl, V. E. (1946). El hombre en busca de sentido. Editorial Herder.

    Este trabajo fundamental de la logoterapia explora la capacidad humana de encontrar un propósito incluso en medio del sufrimiento más extremo. Postula que, aunque no siempre podemos controlar nuestras circunstancias, siempre podemos elegir nuestra actitud hacia ellas y encontrar un significado que nos impulse a seguir adelante. La idea de aceptar una lucha por un bien mayor es central en toda la obra.

  • Manson, M. (2016). El sutil arte de que (casi todo) te importe una mi*rda. HarperCollins.

    Esta publicación argumenta que una buena vida no se consigue eliminando los problemas, sino encontrando problemas que disfrutemos resolver. El autor subraya la importancia de elegir conscientemente nuestros valores y, por lo tanto, las luchas que estamos dispuestos a soportar por ellos. El concepto de «elegir tu sufrimiento» es un pilar central del libro, especialmente en los capítulos 3 y 4.