La Terapia de Esquemas (TE) ha ganado terreno en Hispanoamérica como opción para quienes, tras años de tratamientos, siguen atrapados en círculos de soledad, autoexigencia o miedo al abandono. Jeffrey Young, su creador, fusionó TCC, apego y gestalt para explicar que las necesidades emocionales frustradas cristalizan en “esquemas” — filtros que distorsionan la realidad y dictan reacciones automáticas.
El proceso arranca con cuestionarios y entrevistas que detectan 18 esquemas nucleares: Desde Privación Emocional hasta Grandiosidad. Luego se identifican “modos” — estados del yo que se activan ante disparadores: Niño Vulnerable, Padre Crítico, Protector Desconectado. El terapeuta utiliza tarjetas visuales y metáforas (un semáforo interno) para que el paciente reconozca en qué modo está.
La TE despliega un abanico de técnicas. En imaginería recontructiva, el consultante revive una escena dolorosa y, guiado por el terapeuta, introduce un adulto protector que defiende sus necesidades. A nivel cognitivo, se redactan “cartas de evidencia” que refutan absolutismos (“nadie me ama”) con datos concretos. Conductualmente, se diseñan misiones: practicar decir “no” sin disculparse más de una vez. El eje relacional se llama reparentalización limitada: el ...
Estudios de la Universidad de Chile (2024) señalan que pacientes con TEPT complejo mostraron descensos del 40 % en desregulación afectiva tras 40 sesiones de TE. Los autores destacan la combinación de validación empática y desafío firme como motor de cambio.
En México, terapeutas usan lotería de esquemas: cada carta ilustra un patrón (“El Abandonado”, “La Mártir”). Al jugar, familias aprenden a nombrar dinámicas y a crear pasos colectivos de salida. Comunidades andinas incorporan la cosmovisión del ayni (reciprocidad) para sanar el esquema de Desconfianza/Abuso.
Formarse en TE requiere 150 horas de taller y 20 de supervisión. El resultado: una brújula para navegar la selva interna, reemplazando voces críticas por autocuidado asertivo y vínculos basados en necesidades satisfechas, no en carencias perpetuadas.