La Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC) llegó a Latinoamérica como un torbellino que invitaba a cuestionar el drama interno antes de culpar al contexto. Albert Ellis la concibió en los años cincuenta, pero su eco resuena con fuerza en sociedades donde los medios y las redes sociales perpetúan el “debería” ideal. En TREC se enseña que no son los hechos, sino la valoración absolutista de esos hechos, lo que enciende la angustia. Cuando el estudiante piensa “debo sacar la calificación perfecta o soy un fracaso”, ya clavó su propia estaca emocional.
El modelo ABCDE guía la sesión: Acontecimiento (A), creencia (B), consecuencia (C), disputa (D) y efecto (E). El terapeuta anima al cliente a escribir “tarjetas de debate” donde refuta creencias rígidas con humor socrático. Se desafía el pensamiento extremo (“si me rechaza, jamás seré feliz”) con estadística vital (“¿cuántas veces fuiste rechazado y seguiste respirando?”). La TREC no pretende optimismo naïf, sino razonabilidad práctica.
Las técnicas varían de dramatizaciones a ejercicios de vergüenza intencional; por ejemplo, salir a la calle con una pegatina ridícula para descubrir que la catástrofe anticipada raramente ocurre. En España, programas universitarios usan retos como cantar en el metro durante treinta segundos: la ansiedad inicial cae en un minuto, demostrando que la emoción es transitoria si no se alimenta con catastrofismo.
Investigaciones de la Universidad de Chile mostraron que la TREC es tan eficaz como la TCC estándar en depresión leve, pero con mayor mejora en autoaceptación. Esto se atribuye al énfasis en la filosofía de vida: Ellis promovía el “amor propio incondicional”, recordando que la dignidad humana no depende de desempeño ni aprobación externa. Esta idea resuena en jóvenes que enfrentan bullying digital.
La terapia también se adapta a contextos comunitarios. En zonas rurales de Colombia, facilitadores entrenados emplean radionovelas donde personajes disputan creencias fatalistas (“nací pobre, moriré pobre”) por pensamientos de autorresponsabilidad realista (“mi contexto es duro, pero puedo aprender una habilidad”). Este formato oral respeta la tradición narrativa local.
Elegir TREC implica comprometerse con la autocrítica honesta y la práctica diaria: cuestionar cada “debo” inflexible y reemplazarlo por preferencias flexibles. El resultado es un escudo psicológico que amortigua fracasos y acelera la resiliencia.