El Enfoque Psicobiológico para la Terapia de Pareja (PACT) ha comenzado a popularizarse en el ámbito hispanohablante como una opción que trasciende la comunicación verbal y se adentra en la danza neurofisiológica de dos sistemas nerviosos. Su premisa básica: una relación sana se asemeja a un “equipo de montaña” donde cada miembro protege la cuerda que los une. Para lograrlo, PACT trabaja con tres pilares: apego adulto, neurociencia interpersonal y autorregulación emocional.
Durante la sesión, el terapeuta sitúa a la pareja cara a cara, buscando que sus cerebros sociales se sincronicen a través de mirada, tono y postura. Se analizan microseñales – dilatación pupilar, microgestos de disgusto – que suelen pasar inadvertidas en una conversación cotidiana. Estos indicadores revelan cuándo el sistema de amenaza se activa y permiten intervenir antes de que la discusión escale.
PACT distingue dos estrategias básicas: desarme rápido y co‑regulación sostenida. El desarme rápido implica preguntas precisas como “¿Te sientes a salvo conmigo ahora?” que cortan reacciones defensivas. La co‑regulación usa ejercicios de respiración rítmica conjunta o contacto físico pausado hasta que ambos regresan a la ventana de tolerancia. Estudios piloto de la Universidad de Costa Rica reflejan mejoras del 35 % en intimidad percibida tras ocho sesiones.
El enfoque integra historias de apego. Se exploran escenas tempranas – un padre ausente, una madre ansiosa – para entender por qué, ante un retraso de diez minutos, uno activa pánico y otro desdén. Lejos de culpar al pasado, PACT propone usar esa información para diseñar “contratos de seguridad”: acuerdos concretos sobre separación, reunión y manejo de estrés.
Las adaptaciones culturales incluyen considerar el concepto de familia extensa en América Latina: suegros, tíos y compadres influyen en la dinámica. PACT enseña a la pareja a presentarse como “frente unido” ante presiones externas, protegiendo el vínculo sin aislarse de la red familiar.
Optar por el Enfoque Psicobiológico significa comprometerse con un entrenamiento mutuo del sistema nervioso. No se trata solo de hablar mejor, sino de leer, regular y sintonizar cuerpos para que el amor deje de ser montaña rusa y se convierta en base segura.