La Terapia Focalizada en las Emociones (EFT) se ha popularizado en el mundo hispanohablante como un “GPS relacional” que ayuda a las parejas a reencontrar la ruta hacia la seguridad emocional. Basada en la teoría del apego de John Bowlby, la EFT sostiene que las discusiones no giran solo en torno a dinero o tareas domésticas; son protestas de apego: “¿Estás ahí para mí?”. En la primera etapa, el terapeuta cartografía el ciclo negativo – perseguidor/retirado, crítica/cierre – y lo refleja con lenguaje no culpabilizador. Esa externalización disminuye la reactividad.
En la segunda etapa, invita a cada miembro a explorar emociones primarias. Bajo la queja “¡Nunca me escuchas!” suele haber miedo: “Temo no importarte”. El terapeuta ralentiza la conversación, presta atención a micro‑expresiones y valida la experiencia. Esta profundización crea momentos de encuentro, “eventos correctivos” que reescriben la narrativa de la relación.
La fase final consolida nuevos patrones: se negocian soluciones prácticas y se refuerza la capacidad de acudir al otro cuando surgen estresores externos. Estudios de la Universidad de Chile (2023) indican que la EFT aumenta la sensibilidad diádica incluso un año después del alta.
Además de parejas, la EFT ha evolucionado hacia EFIT para individuos con depresión vinculada a soledad y hacia EFFT para familias con conflictos intergeneracionales. Las sesiones individuales utilizan silla vacía para dialogar con figuras de apego internas y sanar esquemas de desvalor.
La formación requiere un externship de 28 horas y módulos de Core Skills con supervisión de videos. El terapeuta adopta una posición de “culpabilidad cero” y de “líder suave”: estructura el proceso, pero el protagonismo emocional corresponde a la díada. Herramientas adicionales incluyen tareas de gratitud, citas de apego y práctica de “respiración de sincronía” que regula el sistema nervioso autónomo.
Cuando la EFT logra sintonía, los miembros afirman: “Discutimos, sí, pero ahora sabemos volver el uno al otro”. Así, transforma la relación en un refugio donde las emociones dejan de ser amenazas y se convierten en puentes hacia la intimidad.