EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular) se ha convertido en uno de los tratamientos de referencia para el trauma en el mundo hispanohablante. A diferencia de la exposición tradicional, que se centra en relatar la historia hasta habituarse, EMDR utiliza estimulación bilateral rítmica para ayudar al cerebro a “digerir” recuerdos no procesados. El protocolo consta de ocho fases, desde la historia clínica hasta la reevaluación.
Durante la fase de preparación, el terapeuta enseña recursos de regulación: imaginería de refugio seguro, contención con el “abrazo de la mariposa” y respiración diafragmática. Después se selecciona la memoria diana, una imagen nítida que resume el evento traumático. Se mide el nivel de malestar subjetivo (SUDS) y la creencia negativa central (“Estoy en peligro”, “Soy culpable”). Acto seguido comienza la estimulación bilateral: el paciente sigue los dedos del terapeuta de izquierda a derecha, o recibe clics alternos en auriculares. Tras cada serie, se observa lo que emerge: escenas nuevas, sensaciones corporales, emociones, creencias. El principio es “dejar fluir” sin censura.
Estudios de la Universidad de Valencia (2023) demostraron que ocho sesiones de EMDR reducen flashbacks en veteranos en un 60 %. En Colombia, programas con víctimas del conflicto armado incorporaron elementos culturales – cantos tradicionales durante el cierre – y lograron alta adherencia. El método no exige narración detallada; por eso resulta útil para personas que evitan hablar.
EMDR se aplica a fobias (volar, perros), dolor fantasma y mejora de rendimiento: atletas reprocesan caídas previas para competir sin miedo. En adicciones, ayuda a desactivar recuerdos de craving asociados a lugares. Sin embargo, requiere evaluación de estabilidad: si hay disociación grave, se trabaja primero con terapia faseada.
La formación en EMDR está regulada por EMDR IBA Hispanoamérica: cursos básicos, avanzados y supervisión. El terapeuta ético explica riesgos de abreacción, plan de seguridad y consensúa velocidad de estimulación. Después de la sesión, se recomienda sueño reparador y registro de sueños.
Al integrar EMDR, muchos pacientes describen que “el recuerdo sigue ahí, pero ya no me manda”. El objetivo no es olvidar, sino transformar la memoria en un archivo que se puede revisar sin revivir el terror. En suma, EMDR ofrece un puente entre pasado y presente que permite a la persona caminar ligera hacia el futuro.