Un coach de vida es un profesional que apoya a las personas en el logro de sus objetivos personales y profesionales sin ofrecer terapia clínica. Su enfoque se basa en potenciar fortalezas, clarificar valores y transformar aspiraciones en planes de acción concretos.
Entre sus funciones principales se encuentran la definición de metas específicas, el diseño de estrategias prácticas y el seguimiento continuo. Mediante preguntas orientadas y herramientas de autoconocimiento, el coach ayuda a identificar obstáculos internos, establecer prioridades y mantener la motivación.
Aunque esta profesión no está regulada por ley, muchos coaches de vida obtienen certificaciones de escuelas o asociaciones reconocidas, completando programas en habilidades comunicativas, técnicas de coaching sistémico y ética profesional. La experiencia previa en áreas como psicología, recursos humanos o desarrollo personal suele resultar valiosa.
El coaching de vida puede realizarse de forma presencial u online, individual o en grupo. Los ámbitos de aplicación incluyen gestión del equilibrio entre trabajo y vida, desarrollo de liderazgo, manejo del estrés, cambios de carrera y mejora de hábitos saludables.
Para garantizar la calidad, un coach de vida se somete a supervisión, mantiene una formación continua y respeta un código deontológico. La responsabilidad y la confidencialidad son fundamentales en la relación con el cliente.
El objetivo final es fomentar la autoconfianza, la responsabilidad personal y la satisfacción vital, capacitando a los clientes para que apliquen de forma autónoma las estrategias adquiridas y promuevan cambios sostenibles en su vida cotidiana.