El Psicólogo Clínico es un profesional del campo de la salud mental especializado en la evaluación, diagnóstico, tratamiento y prevención de los trastornos mentales y del comportamiento. Su formación es extensa y rigurosa, culminando habitualmente en un máster o doctorado que le acredita para ejercer. Este experto se dedica a comprender y aliviar el malestar psicológico, abordando un amplio espectro de dificultades, desde problemas de adaptación y crisis vitales hasta patologías graves y persistentes como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.
La práctica del psicólogo clínico se fundamenta en el método científico. Utiliza tratamientos basados en la evidencia, es decir, intervenciones terapéuticas cuya eficacia ha sido demostrada a través de investigaciones rigurosas. Una de sus funciones centrales es el psicodiagnóstico, un proceso de evaluación exhaustivo que permite identificar la naturaleza del problema del paciente. Para ello, emplea herramientas como la entrevista clínica, la observación conductual y la administración de pruebas psicométricas estandarizadas que miden capacidades cognitivas, rasgos de personalidad y la severidad de los síntomas. Este diagnóstico preciso es crucial para diseñar un plan de intervención terapéutica a medida.
El psicólogo clínico domina diversas modalidades de psicoterapia, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia psicodinámica, la humanista o la sistémica, adaptando su enfoque a las características y necesidades de cada persona. Aunque a menudo colabora con psiquiatras, su enfoque principal es la terapia a través de la palabra y la relación terapéutica, y no la prescripción de fármacos. Trabaja en múltiples entornos, incluyendo hospitales, centros de salud mental, consultas privadas, universidades e institutos de investigación. Su labor no solo busca la remisión de los síntomas, sino también la promoción de la salud, el desarrollo de la resiliencia y la mejora de la calidad de vida general del individuo y su entorno.