
Los sueños son un fenómeno universal que se manifiesta principalmente durante la fase REM. Allí el cerebro mezcla recuerdos recientes, emociones intensas y fragmentos simbólicos que, en conjunto, forman historias sorprendentes. Lejos de ser simples «películas nocturnas», los sueños cumplen funciones adaptativas: regulan el estado de ánimo, favorecen la consolidación de la memoria y estimulan la creatividad.
Aunque cada persona sueña de modo distinto, resulta frecuente que el contenido refleje conflictos sin resolver. Estudiantes sometidos a estrés pueden soñar con llegar tarde a un examen; quienes temen hablar en público imaginan auditorios infinitos. El simbolismo también es habitual: una puerta cerrada puede sugerir bloqueo emocional; un río caudaloso, la necesidad de fluir.
Sin embargo, los sueños pueden tornarse problemáticos. Pesadillas repetitivas, despertares abruptos y sudoración son síntomas que afectan hasta un 5 % de la población adulta y se intensifican tras sucesos traumáticos. En niños, terrores nocturnos y sonambulismo interrumpen el descanso familiar y pueden originar miedo persistente a la oscuridad.
Para manejar estas dificultades, la primera herramienta es el registro onírico. Anotar detalles apenas al despertar permite observar patrones y emociones asociadas. Técnicas de reescritura de pesadillas, avaladas por la psicología clínica, enseñan a «rediseñar» el final del sueño mientras se está despierto, reduciendo la frecuencia de la pesadilla. Por su parte, la terapia EMDR o el abordaje cognitivo‑conductual ayudan a procesar recuerdos traumáticos subyacentes.
La higiene del sueño también cuenta: acostarse y levantarse a la misma hora, minimizar la luz de pantallas, mantener la habitación fresca y practicar relajación progresiva facilitan ciclos de sueño estables. Algunos encuentran útil la incubación de sueños, que consiste en concentrarse en una pregunta o imagen positiva antes de dormir, orientando la mente hacia soluciones creativas.
Si a pesar de estos cuidados persisten las alteraciones o aparecen señales de depresión, acude a un profesional de salud. Existen tratamientos farmacológicos puntuales y programas de terapia del sueño que han demostrado eficacia. Recuerda: los sueños pueden convertirse en aliados de tu bienestar, siempre que cuentes con información adecuada y apoyo oportuno.