
Etapa prenatal comprende desde la concepción hasta el inicio del trabajo de parto e implica un entramado de cuidados médicos, nutricionales y psicoemocionales. Durante las primeras ocho semanas, el embrión pasa por organogénesis crítica; la placenta se implanta y comienza a producir hormonas que sostendrán al feto. Este proceso desencadena en la madre cambios cardiovasculares, digestivos y endocrinos que pueden manifestarse como náuseas, fatiga o hipersensibilidad olfativa.
Bienestar emocional: la ansiedad prenatal afecta a un 20 % de las gestantes y duplica el riesgo de parto pretérmino. La depresión durante el embarazo, infra‑diagnosticada, puede interferir en la vinculación temprana y aumentar complicaciones obstétricas. Entre los factores de riesgo se encuentran antecedentes psiquiátricos, violencia de pareja, pobreza y embarazos adolescentes.
Intervenciones recomendadas:
- Terapia cognitivo‑conductual breve adaptada a la gestación para afrontar pensamientos intrusivos y miedos al parto.
- Mindfulness y yoga prenatal con evidencia en reducción de estrés y lumbalgia.
- Redes de apoyo — talleres de parto respetado, grupos virtuales y presenciales de futuras madres.
Nutrición clave:
- Ácido fólico 0,4 mg/día desde tres meses antes de la concepción.
- Hierro 30 mg/día para prevenir anemia ferropénica.
- Calcio 1 g/día y vitamina D 600 UI para osteogénesis.
- DHA 200–300 mg/día para neurodesarrollo.
Actividad física segura: 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico moderado (caminar, bicicleta estática, natación). Evitar deportes de contacto, alpinismo y buceo. Beneficios: mejor control glucémico, menor ganancia de peso y mejor humor.
Controles médicos incluyen ecografías de viabilidad y morfológica, cribado de cromosomopatías (test combinado o libre de ADN fetal) y test de tolerancia a la glucosa a las 24–28 semanas. Esquema vacunal: gripe, dTpa y, si procede, hepatitis B.
Plan de parto: especificar acompañantes, tipo de analgesia, posiciones preferidas y protocolo de contacto piel con piel. Mantener flexibilidad es esencial ante posibles intervenciones.
Participación de la pareja: asistir a controles, practicar técnicas de respiración y compartir decisiones fortalece el vínculo y reduce la ansiedad de ambos.
Conclusión El cuidado prenatal integral prioriza cuerpo y mente. Invertir en autocuidado, educación y apoyo social prepara terrenos fértiles para un nacimiento saludable y una transición suave a la maternidad.