
El Tratamiento Asistido con Medicamentos (TAM) para el trastorno por consumo de opioides (TCO) combina fármacos aprobados con acompañamiento psicológico, rompiendo el ciclo de abstinencia‑recaída que caracteriza a esta enfermedad crónica. Lejos de sustituir una adicción por otra, el TAM estabiliza el sistema nervioso, reduce el deseo intenso y crea una ventana de oportunidad para reconstruir lazos familiares, laborales y comunitarios.
Fármacos principales: la metadona actúa como agonista completo, evitando los altibajos de opioides de acción corta; la buprenorfina, agonista parcial, aporta un “techo” farmacológico que minimiza depresión respiratoria; la naltrexona bloquea receptores y previene la euforia si se consume heroína u oxicodona. La elección depende de la disponibilidad, historia clínica, cobertura sanitaria y preferencias del paciente.
Evidencia científica: estudios longitudinales demuestran que las personas en TAM tienen hasta 4 veces más probabilidades de mantener la abstinencia y un 60 % menos de mortalidad por sobredosis. El tratamiento también reduce la transmisión de VIH y hepatitis C al disminuir el uso inyectable y normalizar el acceso a servicios médicos.
Proceso de incorporación: valoración integral, ajuste de dosis (inducción) y programación de controles. Paralelamente se establecen objetivos personalizados: gestión de estrés, inserción laboral, terapia familiar y tratamiento de trastornos concomitantes como ansiedad o dolor crónico.
Desmontando mitos: 1) “Si tomo metadona seguiré siendo adicto” — El objetivo es recuperación funcional, no un estado de abstinencia pura. 2) “La naltrexona daña el hígado” — El riesgo es bajo con monitoreo enzimático. 3) “El TAM fomenta el tráfico ilegal” — Al contrario, reduce la demanda de opioides ilícitos y, por tanto, la delincuencia asociada.
Apoyo psicosocial: la terapia cognitivo‑conductual enseña a identificar desencadenantes; el entrenamiento en habilidades relacionales fortalece redes de apoyo; grupos de pares como Narcóticos Anónimos proporcionan sentido de pertenencia. Un plan de contingencias (naloxona en el hogar, contactos de emergencia) aumenta la seguridad.
Duración y alta: no hay un “plazo mágico”. Muchos pacientes se benefician de varios años de tratamiento; otros transitan a naltrexona tras estabilizarse. La retirada debe ser gradual y consensuada. Las recaídas no se interpretan como fracaso, sino como señales de ajuste necesario.
Conclusión: el TCO es tratable. El TAM ofrece un puente farmacológico hacia la recuperación integral. Pedir ayuda, informarse y persistir en el plan terapéutico son pasos claves para recuperar la autonomía y dejar atrás la sombra de los opioides.