
Los trastornos del estado de ánimo comprenden un espectro de condiciones que alteran de forma persistente el ánimo y la energía. Entre los más prevalentes destacan la depresión mayor, el trastorno bipolar y el trastorno depresivo persistente (distimia).
Depresión mayor: tristeza intensa, anhedonia, baja autoestima, cansancio, cambios de apetito y sueño, ideas suicidas. El episodio dura al menos dos semanas e interfiere en la vida cotidiana.
Trastorno bipolar: oscilaciones entre manía/hipomanía — euforia, gasto excesivo, disminución de la necesidad de dormir — y episodios depresivos. El tipo I cursa con manía franca; el tipo II con hipomanía y depresión grave.
Distimia: estado de ánimo crónicamente bajo durante dos o más años, con síntomas subclínicos pero incapacitantes a largo plazo.
Etiología multifactorial:
- Genética: heredabilidad del 40‑70 % en bipolaridad.
- Neurobiología: vías monoaminérgicas alteradas.
- Estrés y trauma: eventos adversos tempranos.
- Factores de estilo de vida: sedentarismo, consumo de sustancias, mala dieta.
Diagnóstico: entrevista clínica, escalas (BDI‑II, MDQ) y descarte de causas médicas.
Abordaje:
- Psicoterapia: TCC, terapia interpersonal, psicoeducación.
- Fármacos: ISRS, litio, anticonvulsivantes, antipsicóticos de segunda generación.
- Intervenciones somáticas: ECT, TMS para casos resistentes.
- Hábitos saludables: ejercicio, rutina de sueño, dieta balanceada.
- Soporte social: grupos de apoyo, familia informada.
Prevención de recaídas: registro de estado de ánimo, reconocimiento de pródromos, ajuste temprano de medicación.
Pronóstico: con tratamiento integral, la mayoría logra remisión parcial o total.
Mensaje: los trastornos del ánimo son tratables; buscar ayuda profesional es el primer paso hacia la recuperación.