
Problemas masculinos abarcan desde la construcción de la identidad hasta la salud sexual y mental. Los modelos de masculinidad hegemónica — fortaleza, autosuficiencia, éxito económico — generan presión y silencian vulnerabilidad. Abordar estas cuestiones permite a los hombres vivir de forma más plena y auténtica.
Identidad masculina: La “caja” de la masculinidad dificultaba expresar emociones. Terapias de género trabajan la deconstrucción de creencias (“si lloro, soy débil”) e incorporan masculinidades plurales.
Trabajo y vida personal: Jornadas extensas y cultura de productividad perpetúan agotamiento. Intervenciones incluyen coaching ejecutivo, mindfulness laboral y reparto corresponsable de tareas domésticas.
Paternidad: De la implicación en el embarazo a la crianza positiva. Talleres de paternidad activa promueven apego seguro y cuidado prenatal compartido.
Relaciones y comunicación emocional: Dificultad para verbalizar necesidades. Entrenamiento en habilidades socioemocionales, escucha empática y lenguaje del amor fortalecen parejas y amistades.
Salud sexual: Disfunciones eréctil y eyaculatoria, pornografía compulsiva. Abordaje médico, terapia sexual y educación afectivo‑sexual basada en consentimiento.
Salud mental: Depresión enmascarada (ira, riesgo), suicidio masculino elevado. Campañas #Hablemos impulsan búsqueda de ayuda; grupos de apoyo y psiquiatría reducen estigma.
Consumo de sustancias: Alcohol y esteroides asociados a ideal de rendimiento. Programas de prevención y tratamiento integran terapia motivacional y sustitución de actividades.
Recursos:
- Terapia individual y grupal.
- Círculos de hombres.
- Coaching y mentorship.
- Plataformas online de telepsicología.
Ambiente laboral: Políticas de licencia parental, espacios de diálogo de género y atención al burnout.
Conclusión: Reconocer los retos masculinos contemporáneos y buscar ayuda especializada fomenta bienestar integral y vínculos saludables.