
El consumo de alcohol se refiere a la ingesta de bebidas alcohólicas como cerveza, vino y licores. Aunque el consumo moderado puede parecer socialmente aceptado, el consumo excesivo puede tener graves consecuencias para la salud física, mental y social.
Desde una perspectiva psicológica, el consumo problemático de alcohol interfiere con la vida diaria de la persona, provocando bajo rendimiento laboral, conflictos familiares o de pareja, problemas legales y riesgos médicos. En casos más graves, puede convertirse en abuso o dependencia del alcohol, una condición crónica caracterizada por la necesidad compulsiva de beber.
Las personas con trastorno por consumo de alcohol pueden sufrir síntomas físicos como temblores, sudoración, náuseas y cambios de humor al intentar reducir o dejar el alcohol. También es frecuente la aparición de síntomas emocionales como ansiedad, depresión e irritabilidad.
El tratamiento incluye terapia psicológica, medicamentos y el apoyo del entorno. La psicoterapia permite abordar las causas del consumo y fortalecer habilidades para manejar las emociones. Los medicamentos ayudan con los síntomas de abstinencia y reducen el riesgo de recaídas. El apoyo de amigos y familiares refuerza la motivación durante el proceso de recuperación.
Si tú o alguien que conoces está luchando contra el consumo de alcohol, es importante buscar ayuda. Con el acompañamiento adecuado, es posible superar la dependencia y construir una vida plena y equilibrada.