Cómo eliminar las distracciones de tu vida siguiendo los 7 preceptos de un rōnin
Miyamoto Musashi no fue solo un samurái; fue una fuerza de la naturaleza, un hombre que elevó el arte de la espada a una forma de meditación en movimiento. Su leyenda, forjada en más de sesenta duelos sin una sola derrota, nos habla de una vida de disciplina y enfoque absolutos. Tras sobrevivir a la sangrienta batalla de Sekigahara, Musashi eligió el camino del rōnin, el samurái sin señor, una senda de soledad y autoperfeccionamiento. Fue en este exilio autoimpuesto donde no solo dominó el acero, sino también la mente, convirtiéndose en filósofo y artista. Antes de su muerte, nos legó su testamento espiritual: el Dokkōdō, o «El Camino de Andar Solo». Estos veintiún preceptos son faros de sabiduría atemporal.
La esencia que unifica estos principios es la «concentración». Para Musashi, la vida era «el camino», una práctica incesante que exigía una mente afilada y libre de distracciones. Su filosofía giraba en torno a la moderación, el sacrificio y una disciplina férrea, todo orientado a proteger y potenciar su capacidad de enfoque. Continuando nuestro análisis de su obra, profundizamos en siete de sus principios, que nos enseñan cómo cultivar una concentración máxima en un mundo lleno de distracciones.
8. Nunca te entristezcas por una separación
La vida es un ciclo constante de encuentros y despedidas. Nos separamos de personas, lugares y objetos. Este adiós, ya sea temporal o definitivo como la muerte, suele dejarnos una estela de sufrimiento. ¿Por qué? Porque nos aferramos. Creemos que aquello que amamos nos pertenece, que es una extensión de nuestro ser. El budismo, que Musashi estudió profundamente, nos enseña que esta idea de posesión es una ilusión.
En realidad, no poseemos nada más allá de nuestra propia mente. Ni siquiera nuestros cuerpos nos obedecen por completo. Musashi, como rōnin errante, comprendió esta verdad en su núcleo. Aferrarse a las personas que conocía o a los lugares donde habitaba solo le habría traído un dolor incesante. Su camino exigía aceptar la naturaleza transitoria de todas las cosas. En su obra maestra, El libro de los cinco anillos, afirma que el camino del guerrero es la aceptación resuelta de la muerte. Si aceptamos la impermanencia como la ley fundamental de la existencia, el dolor de la pérdida no nos destruirá, sino que nos recordará el valor del presente.
9. El resentimiento y las quejas no son apropiados
¿Cuánto tiempo y energía dedicamos a quejarnos del mundo, de los demás, de nuestra suerte? Es una trampa fácil en la que caer. Cuando vivimos en un estado de resentimiento, nuestro foco está en el exterior, en lo que no podemos controlar. Para una persona dedicada a su propio camino, esta es una desviación fatal.
El mundo no se amoldará a nuestros valores. Las personas actuarán de formas que consideraremos injustas, necias o ingratas. La vida, en su esencia, no es equitativa. Intentar cambiar esta realidad es una tarea noble pero agotadora. La sabiduría budista y estoica nos ofrece una alternativa más poderosa: en lugar de resentirnos con el mundo por ser como es, debemos enfocar esa energía en nosotros mismos. Se trata de vivir nuestra mejor vida posible, aceptando que no todos seguirán el mismo código. Como sabiamente expresó el emperador filósofo Marco Aurelio: «Sé tolerante con los demás y estricto contigo mismo».
10. No te dejes guiar por los sentimientos de lujuria o amor
El amor romántico, a menudo idealizado en nuestra cultura hasta el punto de considerarlo casi divino, es visto desde la filosofía de Musashi con una profunda cautela. Él se refería a eros, el amor egoísta y posesivo, motivado por el deseo. Si bien es una experiencia humana poderosa, su capacidad para distraer y dominar es inmensa.
Tanto la lujuria como el amor son sentimientos que pueden nublar nuestro juicio y desviarnos de nuestro propósito. Los budistas son conscientes de los peligros de dejarse arrastrar por ellos. Tenemos la capacidad de elegir si nos entregamos ciegamente a estas emociones o si mantenemos nuestra racionalidad. Las decisiones más imprudentes de la historia se han tomado bajo el hechizo del amor y el deseo. Mantener los pies en la tierra, sin renunciar a nuestra capacidad de pensar con claridad, es esencial para no abandonar nuestro camino.
11. No tengas preferencias en nada
Tener fuertes preferencias es ceder el timón de nuestra paz interior a los vientos del azar. Si encontramos lo que nos gusta, somos felices. Si encontramos lo que nos disgusta, sufrimos. De esta manera, nuestro estado de ánimo depende completamente de circunstancias externas que no controlamos. Esta es una forma frágil de vivir.
Musashi, en su peregrinaje, se encontró con todo tipo de situaciones y personas. Para mantener su mente serena y su práctica intacta, no podía permitirse el lujo de las preferencias. La lección es aceptar lo que el destino nos presente y esforzarnos por sacar lo mejor de ello. Así, nuestra concentración y nuestra ecuanimidad no dependerán del resultado, sino que emanarán de nuestro interior.
12. Sé indiferente al lugar donde vives
Como rōnin, Musashi habitó en castillos y durmió en cuevas. Sin importar el lugar, su camino seguía siendo el centro de su existencia. Hoy, damos una importancia desmedida a nuestro entorno: la casa, el barrio, los muebles. Cuando nos apegamos a estas condiciones, cualquier amenaza a ellas nos genera ansiedad.
El error fundamental es creer que la geografía puede curar una insatisfacción que reside en nuestro interior. Porque a donde sea que vayamos, nos llevamos con nosotros mismos. La plenitud y la desdicha nacen dentro de nosotros, no fuera. Si encontramos satisfacción en nuestro interior, el lugar donde vivimos pierde su poder sobre nosotros. Un hogar sencillo, libre de preocupaciones, nos permite centrarnos en lo que de verdad importa.
13. No persigas el sabor de la buena comida
El placer del paladar es una de las grandes búsquedas de la humanidad. Sin embargo, Musashi nos advierte en su contra. Los filósofos estoicos compartían esta visión, promoviendo una alimentación sencilla. Observaron que cuando nos acostumbramos a manjares sofisticados, perdemos el aprecio por la comida simple. Nuestro paladar se satura y exige estímulos cada vez más extravagantes.
Este camino a menudo conduce a la gula y a problemas de salud. Quien come con voracidad no saborea de verdad; simplemente consume para calmar un anhelo. La alternativa es comer de forma consciente, en cantidades moderadas, entrenándonos para no ceder a cada antojo. Así, nos liberamos del apego al sabor. Al fin y al cabo, el propósito de la comida es la nutrición, el combustible que nuestro cuerpo necesita para seguir el camino.
14. No te aferres a las posesiones que ya no necesitas
Musashi fue un minimalista por necesidad y por filosofía. Como guerrero errante, las posesiones eran una carga. Más allá de sus dos espadas y lo básico para sobrevivir, no necesitaba nada más. Algunas personas acumulan bienes materiales creyendo que así acumulan felicidad, pero a menudo solo consiguen crear un deseo insaciable de tener más.
Cuanto más poseemos, más peso llevamos sobre los hombros, hasta que nos convertimos en esclavos de nuestras posesiones. El miedo a perder lo que tenemos y la ansiedad por conseguir lo que no tenemos nos roban la paz. Cuando encontramos un propósito superior, la persecución de bienes materiales pierde su sentido. Se trata de aprender a viajar ligero, física y mentalmente, para poder concentrarnos en nuestra verdadera misión.
Referencias
- Musashi, Miyamoto. El libro de los cinco anillos (Go Rin No Sho).
Esta es la obra fundamental de Musashi, donde detalla su filosofía sobre la estrategia, la mentalidad y «el Camino». Los principios del Dokkōdō son la destilación final de las ideas desarrolladas en este texto, que sirve como la principal fuente para comprender su pensamiento. Muchas ediciones modernas incluyen el Dokkōdō como apéndice. - Rahula, Walpola. Lo que el Buda enseñó.
Este libro es una de las introducciones más claras y respetadas al budismo Theravada. Explica de manera accesible los conceptos clave de impermanencia (anicca), no-yo (anattā) y sufrimiento/insatisfacción (dukkha), que son fundamentales para entender los preceptos de Musashi sobre la separación, el apego y el resentimiento (Principios 8, 9, 10, 14). - Aurelio, Marco. Meditaciones.
La obra cumbre del estoicismo práctico. Las reflexiones de este emperador romano resuenan directamente con varios de los principios de Musashi, especialmente la idea de aceptar lo que está fuera de nuestro control, la indiferencia hacia las circunstancias externas y el mandato de ser estricto con uno mismo mientras se es tolerante con los demás (Principios 9 y 11).