¿Por qué la mente se fractura? La verdad sobre el trauma y la identidad múltiple

Artículo | Trastorno mental

Imagina despertar en un lugar desconocido, sin el más mínimo recuerdo de cómo llegaste allí. Las personas a tu alrededor te saludan con familiaridad, pero para ti son extraños. Te conocen, o más bien, conocen a una versión de ti que emerge mientras duermes, una personalidad con la que comparten una amistad de la que no tienes registro. Esta idea, aunque inquietante, se acerca a la vivencia de quienes conviven con un trastorno disociativo de la identidad (TID). Lo hemos visto en el cine, hemos leído sobre el famoso caso de Billy Milligan y ha sido tema de crónicas policiales. Pero, ¿qué hay de real en todo ello?

Es fundamental recordar que este texto es de carácter informativo. Solo un profesional de la salud mental puede realizar un diagnóstico oficial, y la autoevaluación puede llevar a conclusiones erróneas.

Un Vistazo a Través de la Historia y la Cultura

El concepto de una identidad fracturada no es nuevo. Ya en el siglo XV, el médico Paracelso describió el caso de una mujer que se acusaba de un robo que, en realidad, había cometido su "otra" personalidad. Sin embargo, fue en el siglo XX cuando el trastorno capturó la imaginación popular, en gran parte gracias a la historia de las múltiples personalidades de Milligan y a películas de gran impacto como El club de la lucha o Múltiple. La era digital, a su vez, ha traído una nueva ola de visibilidad, con debates y testimonios que circulan en la red, a veces de forma sensacionalista.

Cuando un diagnóstico gana notoriedad, como ha ocurrido con el TDAH o el trastorno bipolar, es fácil que surja la confusión. Por ello, es crucial entender que los trastornos disociativos no son una sola cosa, sino un grupo de afecciones que comparten una alteración en la integración de la conciencia, la memoria, la identidad, la emoción o la percepción del entorno.

Más Allá de la Identidad Múltiple: La Familia de los Trastornos Disociativos

Antes de centrarnos en el trastorno de identidad disociativo (TID), es útil conocer a sus parientes cercanos. Existe, por ejemplo, la amnesia disociativa, donde una persona es incapaz de recordar información autobiográfica importante, generalmente relacionada con un suceso traumático. En casos extremos, esto puede dar lugar a una fuga disociativa, un estado en el que la persona no solo olvida su pasado, sino que puede asumir una nueva identidad y comenzar una nueva vida. Un caso histórico que se especula podría encajar aquí es el de la escritora Agatha Christie, quien desapareció durante once días y fue encontrada en un hotel registrada bajo otro nombre, sin poder explicar jamás lo sucedido.

Otro fenómeno es el trastorno de trance, donde la conciencia se altera y la atención se estrecha drásticamente, a menudo con comportamientos repetitivos. Aunque no suele implicar una segunda personalidad, hay excepciones. El conocido caso de Anneliese Michel (cuya historia inspiró una famosa película de exorcismo) es un ejemplo trágico. Sus manifestaciones, en las que afirmaba ser diversas figuras bíblicas, estaban profundamente influenciadas por su contexto cultural y religioso católico, y su cuadro clínico se complicaba con un diagnóstico de epilepsia y, posiblemente, esquizofrenia.

Finalmente, encontramos el síndrome de despersonalización/desrealización. En la despersonalización, la persona se siente separada de sí misma, como un observador externo de sus propios pensamientos o cuerpo. En la desrealización, es el mundo exterior el que parece extraño, irreal o distorsionado. Aunque episodios leves de esto pueden ser experimentados por una parte significativa de la población en momentos de estrés, como trastorno persistente es profundamente angustiante.

El Enigma del Diagnóstico: ¿Realidad o Ficción?

Aquí es donde el camino se vuelve complejo. Diagnosticar el TID es un desafío inmenso, en primer lugar, por su baja prevalencia. Además, sus síntomas se solapan con los de otros trastornos, especialmente la esquizofrenia. Sin embargo, la diferencia es clave: la esquizofrenia implica una "escisión" de las funciones mentales que lleva a una ruptura con la realidad (delirios, alucinaciones), destruyendo el núcleo de la personalidad. En el TID, la personalidad no se destruye, sino que se fragmenta, dando lugar a identidades distintas que pueden tomar el control secuencialmente, mientras la persona mantiene el contacto con la realidad.

El diagnóstico también exige descartar el efecto de sustancias psicoactivas. Históricamente, se recurrió a métodos hoy considerados poco éticos y fiables, como la "entrevista ametálica", en la que se usaba un barbitúrico conocido popularmente como "suero de la verdad" para desinhibir al paciente. No existen pruebas de que estos métodos revelaran una verdad oculta, y es posible que simplemente indujeran estados de confusión o sugestionabilidad.

Desde la neurobiología, algunos estudios sugieren que los cambios cerebrales en el TID pueden tener similitudes con la epilepsia del lóbulo temporal, pero no se han encontrado marcadores biológicos definitivos y consistentes. Lo que sí parece ser un factor común y abrumador es el origen: cerca del 80% de los casos documentados están precedidos por experiencias traumáticas graves y prolongadas en la infancia.

La Duda Persistente y las Teorías Alternativas

Las dificultades para validar el TID han generado un intenso debate. Algunos teóricos proponen un modelo iatrogénico, sugiriendo que el trastorno podría ser, en algunos casos, una construcción creada involuntariamente en la terapia por un clínico demasiado entusiasta o sugestionable. A esto se suma la complicación de la simulación, donde un diagnóstico de TID ha sido utilizado en el ámbito forense para evadir responsabilidades penales. Esto no solo enturbia la investigación, sino que estigmatiza a quienes realmente podrían padecerlo, disuadiéndolos de buscar ayuda.

La personalidad es, en gran medida, un tejido de nuestra memoria y experiencias. La idea de que múltiples identidades, cada una con sus propios recuerdos y habilidades, puedan coexistir y alternarse, con barreras amnésicas entre ellas, plantea un desafío a nuestra comprensión del cerebro. ¿Cómo podrían "bloquearse" redes de memoria tan complejas sin cambios estructurales masivos y detectables en el cerebro? La ciencia aún no tiene una respuesta clara.

Una Reflexión Final sobre la Mente y la Memoria

Quizás la clave no esté en ver el TID como un fenómeno aislado, sino como el extremo de un espectro de mecanismos de defensa. La psique humana es experta en protegerse. Un niño que vive en un entorno abusivo puede "dividir" la imagen de su cuidador en uno "bueno" y otro "malo" para poder seguir amándolo. Puede incluso crear un amigo imaginario o un "protector" interno para sobrellevar una realidad insoportable. Este mecanismo de disociación es una forma de decir: "Esto no me está pasando a mí".

Resulta que la mente posee mecanismos para compartimentar la experiencia. La pregunta sigue en el aire: ¿es el Trastorno de Identidad Disociativo un diagnóstico independiente y válido que aún no comprendemos del todo, o es una manifestación extrema del trastorno de estrés postraumático complejo, un trastorno histriónico o una combinación de factores aún por definir? Por ahora, la comunidad científica permanece dividida. Mientras algunos creen que es una entidad real que necesita más investigación —recordando que el trastorno bipolar fue considerado una forma de esquizofrenia durante décadas—, otros mantienen un escepticismo saludable.

Solo futuras investigaciones podrán arrojar luz sobre uno de los trastornos más enigmáticos y debatidos de la psicología moderna.

Referencias

  • American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5th ed.).

    Anotación: Este manual es la principal referencia utilizada por los profesionales de la salud mental para el diagnóstico. La sección sobre "Trastornos Disociativos" (pp. 291-308) establece los criterios diagnósticos formales para el Trastorno de Identidad Disociativo, la amnesia disociativa y el trastorno de despersonalización/desrealización, que son centrales en la discusión del artículo. Define los síntomas clave como la interrupción de la identidad y las lagunas recurrentes en la memoria.

  • Van der Kolk, B. A. (2014). The body keeps the score: Brain, mind, and body in the healing of trauma. Penguin Books.

    Anotación: Esta obra fundamental explora en profundidad cómo el trauma afecta al cerebro y al cuerpo. Van der Kolk dedica partes significativas del libro a explicar la disociación como una respuesta de supervivencia central al trauma abrumador, especialmente el sufrido en la infancia. Los capítulos 5 ("Losing Your Body, Losing Your Self") y 11 ("The Unbearable Heaviness of Remembering") son especialmente relevantes para comprender el vínculo entre trauma y la fragmentación de la identidad discutida en el artículo.

  • Keyes, D. (1981). The minds of Billy Milligan. Random House.

    Anotación: Aunque es una obra de no ficción narrativa y no un texto clínico, este libro es la crónica del caso más famoso de Trastorno de Identidad Disociativo. Proporciona un contexto cultural e histórico crucial para entender por qué el TID capturó la atención pública mundial. El artículo menciona a Milligan como una figura clave en la popularización del trastorno, y este libro detalla las 24 personalidades que se afirmaba que habitaban en él, ilustrando la complejidad y el debate que su caso generó en los ámbitos legal y psiquiátrico.